The Journey, Presented by Bud Chelada - Omar Gonzalez

El defensor central creció y sigue viviendo entre dos mundos, entre dos culturas, pero siempre con el mismo amor profeso por la selección estadounidense y con la misma pasión incesante por el fútbol y su familia, que lo han llevado a la gloria tanto en la MLS como en la Liga MX.

By Hugo Chavez

Con Orgullo, el defensor mexicoamericano Omar González habla de sus padres que nacieron en México, y del hogar muy mexicano en el que creció en Estados Unidos, en el cual se encendía cotidianamente el televisor para ver la liga mexicana y al Tri.

Aun así, desde que era muy joven, Omar tenía claro que su corazón latía por las barras y las estrellas y su anhelo era jugar y representar al país en donde nació y se crío. 

Hay pocas cosas tan irónicas, como que un padre viva profesando y enseñándole el amor por un equipo a su heredero, y que el hijo se decante por el acérrimo rival. Pero como buenos progenitores, los señores González terminaron por apoyar a la selección de los Estados Unidos cuando se le cumplió el sueño a su hijo más pequeño y fue convocado a la selección Sub-17.

Es también por ello que Omar sabe mejor que la mayoría de los jugadores, lo que representa el clásico de la CONCACAF, lo que significa un Estados Unidos vs. México, ya que ha experimentado y vívido las dos culturas a un nivel personal, prácticamente toda su vida.

“México siempre se está comparando con Estados Unidos. Tratan de vencernos en todo en lo que compitamos. A través de la historia, estos partidos siempre han sido intensos, con peleas, tarjetas rojas, y entradas fuertes…es un partido que a todos les encanta ver y para los jugadores uno del que quieres ser parte, y eso no va a cambiar,” comentó González.    

Es un tipo que cuando se habla del partido de eliminatoria mundialista del próximo 11 de noviembre a jugarse en Ohio, conoce de qué se trata, ya que creció viendo cómo se forjaba el mítico dos-a-cero en la gélida Columbus eliminatoria tras eliminatoria. Hasta que él mismo fue parte del último y más reciente episodio en la eliminatoria rumbo a Brasil 2014, donde el 2-0 se repitió una vez más. 

“Fue un honor y una oportunidad impresionante de representar a nuestro país, el poder jugar el partido más grande que tenemos nosotros en suelo estadounidense,” dijo el espigado defensor central de aquel partido del Hexagonal Final del 2013.

Pero Omar no se confía, ya que conoce a la perfección lo que se piensa en los entornos futbolísticos de ambos países.

“Aunque hemos ganado 2-0 ahí (Columbus, Ohio) bastantes veces, eso es solo ruido para mí. Sé que juega una parte importante en la mente de los jugadores mexicanos, pero por más que queramos decir que se repetirá, no es así, ellos vendrán a jugar fuerte, y tenemos que estar listos”, expresó el defensor que jugó a nivel universitario en la University of Maryland.

Si hay alguien con voz autorizada, que puede hablar hoy y con vigencia del fútbol de los Estados Unidos y del mexicano, ese es Omar González, campeón en la MLS y la Liga MX.  

El nativo de Texas ganó todo en la MLS como figura y pieza clave de un LA Galaxy plagado de estrellas mundiales. Cuando conquistó su segunda de tres Copas MLS en su currículum, no fue David Beckham, ni Landon Donovan, ni Robbie Keane quienes sacaron la casta de campeón en el momento más difícil del cuadro galáctico en la gran final, fue González.

Eso le representó, entre otras cosas, un eventual contrato como Jugador Franquicia – el primero de este tipo para un defensa estadounidense en la MLS. Y, además, que varios ojos en el extranjero comenzaran a ponerle atención.

“Es fácil de detectar, un muchacho que mide casi dos metros, mexicano, defensa central de grandes condiciones, es un objectivo obvio para nosotros. Lo seguimos durante muchos años,” admite el Director Deportivo del Club Pachuca, Marco Garcés.

Para muchos, el momento de consagración de González con la selección que dirige Jürgen Klinsmann, fue precisamente en México. Cuando en el ya mencionado Hexagonal del 2013, Estados Unidos visitó el monumental Estadio Azteca y consiguió un histórico empate sin goles gracias a un memorable partidazo defensivo de Omar.

Seguramente fue ahí que los directivos del club hidalguense se convencieron que había que hacer el esfuerzo por fichar al futbolista del Galaxy, contratación que se materializaría en diciembre del 2015.  

Quizás era el destino que lo llevaba hacia la tierra de sus padres, quizás es como se dice popularmente que “la sangre llama”, en este caso su sangre mexicana. Quizás es sólo coincidencia, pero lo cierto es que los vientos de cambio lo llevaron de la brisa de las playas angelinas a ‘La Bella Airosa’.

Y como la vida suele ser una constante ironía, mientras se estima que Los Ángeles es la segunda ciudad con más habitantes de origen mexicano y se presume que además es una urbe multicultural, González encontró en Pachuca un lugar en donde llenarse de cultura y de la diversidad que escaseaba en el suburbio donde habitaba en California.

 

A pesar de haberse mudado a otro país, en realidad, fue como estar en casa de alguna manera, no por los genes familiares, sino por el ambiente familiar que lleva como filosofía institucional el Pachuca.

“El ambiente familiar es muy importante para este club. Y ya que yo soy un hombre de familia, fue muy importante que en el Pachuca ese fuera un aspecto clave del club,” reveló el mundialista en Brasil 2014 quien está casado y tiene dos hijas pequeñas.

En “La Cuna del Fútbol Mexicano” Omar ha hecho la vida hogareña que lleva bien arraigada debido al ejemplo cultural que tuvo desde niño en casa, quedando alejado del glamour angelino.

“Simplemente ha sido un tiempo excelente (con mi familia), he amado cada segundo de él. Aquí no hay las distracciones que había en Los Ángeles. Así que hago lo que tengo que hacer en el trabajo, y vuelvo a casa para pasar tiempo con la familia,” dijo González, que vaya que hace las cosas bien en el terreno de juego.

A sus 27 años, no llegó para aprender a los Tuzos, llegó para ser líder, ejemplo, y referente. Llegó para triunfar y lo consiguió rápidamente, siendo bastión de la defensa Tuza que fue fundamental en el sexto campeonato de liga en la historia del Pachuca conseguido en el torneo Clausura 2016.

“Vino a darle una estabilidad importante al equipo, al cuadro bajo. Un torneo antes habíamos batallado un poquito en la defensa. No tuvo problemas para incorporarse,” reconoció el experimentado guardameta de los Tuzos, Oscar “El Conejo” Pérez.

Pero más allá de salir campeón de la Liga MX haciendo una fantástica labor de Káiser – convirtiéndose en el segundo jugador estadounidense en ganar la MLS y la liga mexicana – sus aptitudes como atleta profesional y el rol de responsabilidad que asumió con los numerosos juveniles del primer equipo y de las fuerzas básicas lo han convertido en un futbolista altamente respetado hasta entre los más veteranos, como es el caso del ya legendario “Conejo” Pérez.

Pérez, quien tiene 43 años, fue el arquero mexicano que sufrió el 2-0 más dulce en la historia del fútbol estadounidense, en el que un joven Landon Donovan le clavó la estocada final en el Mundial del 2002. En aquel entonces, González tenía 13 años, su padre seguramente aún apoyaba al Tri mientras su hijo se ilusionaba con vestir la camiseta de las barras y las estrellas. Increíblemente, el “Conejo” ve en Omar, que es 15 años menor que él, un modelo a seguir en la manera en la que conduce su carrera profesional.

“Vino a transmitir esa garra con la que él juega siempre, esa garra con la que se entrega. Siempre muy profesional, siempre llega a hacer su trabajo preventivo desde muy temprano. Es un gran profesional, y eso a todos nos motiva y nos demuestra como uno debe de llevar su carrera futbolística,” dijo Pérez.

Omar González es una esponja que absorbe lo mejor de dos mundos, de dos culturas muy distintas, de dos estilos de fútbol diferentes, de una manera única que lo ha mantenido en el sendero de la victoria.